35.82 por ciento dinosaurios, 63.8 por ciento cavernícolas, 1 por ciento de esponjas y una pizca de masa gelatinosa arcaíca, así podría expresarse de la distribución del territorio del estado de Hidalgo.
La historia geológica del planeta se divide en eras, periodos y épocas que abarcan millones de años (también puede ser en eones, por miles de millones de años). En los libros de texto se establece los tiempos y características de estas eras, que van en nuestro estado de los 570 millones a la actualidad: paleozoico, mesozoico, cenozoico y partido de estado.
La era de los dinosaurios es la Mesozoica (de unos 250 a 150 millones de años), mientras la de los cavernícolas (en realidad en el último periodo, el llamado cuaternario, que es el nuestro), esta incluída en la Cenozoica (de 65 millones hasta que termine la gestión de Felipe Calderón). Lo plano de nuestro estado, el sur, para aquel que no haya salido de su región, es fundamentalmente terreno cavernícola (del cenozoico pues), mientras la porción norte del estado es fundamentalmente terreno de los dinosaurios (del mesozoico y unas cuantas familias huastecas).
Las rocas provenientes del periodo mesozoico son sedimentarias (formadas por la acumulación de material), mientras las del cenozoico son volcánicas, por supuesto se incluye algo de terreno correspondiente al cenozoico en el norte, alrededor de Huejutla, aunque los dinosaurios son los mismos, o un poco de terreno sedimentario en el sur, como en Tula, región famosa, entre otros contaminantes, por las propiedades de su terreno calizo (propiedades como las de CEMEX y Cruz Azul). Podríamos decir en este caso que lo sedimentario no quita lo cavernícola.
La distribución de los municipios con menor ventaja relativa (40 de los 84 según el INEGI) se encuentra en el norte del estado. Terreno de dinosaurios, estos se esconden en lo escarpado y difícil de la zona que los aísla convenientemente del resto del estado y del país, región donde han creado su propio paraíso perdido, gobernado con el signo de uno u otro partido pero siempre bajo los mismos apellidos. Esta es la tragedia huasteca a la que nos tienen acostumbrados. Los apellidos de la represión, de la persecución y la explotación hoy tienen cabida en el PRD, algunos pueden haber cambiado, lo cierto hoy es que los hombres que fueron perseguidos deben de votar por sus antiguos perseguidores que emergen de otras eras o abstenerse de hacerlo por el partido que han formado y en el cual han decido organizarse. Provenientes del PRI, los antiguos dueños importan métodos y prácticas ajenas a la izquierda. Por eso, más allá del análisis de los proyectos, cuando se postula un hombre que no pertenece al autodenominado grupo de los “hombres de razón” (la cual exponen con pistolas y fusiles) no importa el partido, se debe de combatir al insurrecto que, en pleno terreno de dinosaurios, osa situarse al nivel de los amos.
En Huazalingo, más allá de las simpatías personales, prácticas, métodos y programas, se postula un indígena (Fermín Gabino Brandy). Eso parece constituir un proyecto en sí mismo. Por eso los dinosaurios lo combaten sin importar el partido al que pertenecen ellos y el objeto de su odio.
Las rocas metamórficas son aquellas que cambian pero están hechas del mismo material. “La misma gata pero revolcada”. El mismo material inerte carente de corazón y compasión por el prójimo. Tierra de dinosaurios, pasto de la pobreza, si queremos realmente pasar a otra era debemos denunciar el gobierno metamórfico de estos caciques huastecos. ¡Que se extingan los dinosaurios!
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