miércoles, 23 de julio de 2008

El centro puede esperar

En “El cielo puedo esperar”, película de 1978 dirigida y actuada por Warren Beaty, el exdueño de un equipo de Fútbol americano se queja de lo brutal de un magnate, el cual recién ha comprado su equipo. En términos generales el diálogo se desarrolla entre él y un conocido, el cual pregunta como ha hecho el millonario para comprarle la franquicia que tanto le significaba afectivamente.

-Me preguntó (el magnate), dice el exdueño, ¿qué cifra pide por el equipo?

Mencionó entonces una cifra muy alta como respuesta.

-El acompañante pregunta a su vez ¿y qué fue lo que hizo?
-Me la pagó.
-Bastardo.
-Desalmado, contesta el otro.

Se puede desear algo y, cuando se tiene, sin embargo, no estar satisfecho. Así nos sentimos los miembros del Comité para la Conservación y Preservación del Centro Histórico de la Ciudad de Pachuca. Nosotros, que hemos propugnado por que cada monumento y edificio comprendido dentro del perímetro del Centro histórico sea intervenido adecuadamente, apremiábamos a las autoridades a tomar acción con mayor razón frente a un edificio como el que se encuentra en la esquina de Zaragoza y Plaza Independencia, inmediato a la hermosa casa de Luis Corrales.

“El edificio de los pollos Toledo” (como era conocido) se deterioró por años, fue el muro del que colgaban lonas anunciando todo tipo de eventos, basurero y foco de infección, además de afectar el entorno, este, último vestigio digno de todo la cuadra, era el único edificio abandonado de la Plaza Independencia.

Platicamos con el gobernador y estuvo de acuerdo en la urgencia de rescatarlo; le comunicamos al cabildo la necesidad de expropiarlo (ubicamos el valor catastral y elaboramos un documento para justificarlo); se hizo un levantamiento y un proyecto conceptual proponiendo la creación del Museo de sitio del reloj de Pachuca y Plaza Independencia. Desde que se cerró el Centro Cultural, en lo que es hoy el cuartel del arte, no existe un museo con características similares en Pachuca.

La actividad reveló a los dueños. Frente al hecho, cobijados por una representante sindical, “se movieron” como no lo habían hecho en años. Aparentemente sin relación con los dueños, inversionistas “descubrieron” la urgencia de los propietarios, así como sus nombres y direcciones.

Solicitaron el uso del suelo para un restaurant de comida rápida. Como Comité nos presentó el proyecto, se hicieron las observaciones y se decantó hasta que estuvo completo. Sí, se cumplió con la Ley, pero no estamos a gusto. Teníamos que cumplir, pero la labor del Comité no se circunscribe a los monumentos, sino al tejido social: Museo necesario, lugar ideal, oportunidad desperdiciada.

Podemos proponer y señalar nuevos lugares, esperamos el llamado de atención no sirva para la instalación de una nueva tienda departamental o negocio de algún otro particular que “descubre” oportunidad y filón. Por eso, el Centro, contrario al título de este artículo, no puede esperar. Sociedad, autoridades, candidatos (los que terminen siéndolo y los que aspiren a ello) y la sociedad civil organizada deberemos de contestar este planteamiento.