Mientras hay muertos que no hacen ruido, en las estadísticas la suma de todos es estridente y hasta de mal gusto para algún alma del gabinete federal, por ejemplo el señor secretario del trabajo.
En este caso son importantes las estadísticas a pesar de que sólo parecen confirmar lo que todos ya sabemos: estamos en crisis en México desde 1982, y en el ITAM y en el Tecnológico de Monterrey apenas pariendo este año. Esto es importante porque lamentablemente nos hemos quedado sin nadie que pueda hablar del futuro. Aquel que se atreva a decir algo del mañana es convertido en adivino, agorero, brujo o, peor aún, insurrecto que sólo desquicia a nuestros buenos gobernantes y los distrae de la pesada carga que significa el gobierno de la nación (para ellos y para nosotros).
Por eso es que hoy debemos invocar a los muertos para que nos informen como ven el más acá desde una posición más bien cómoda para el crítico social. En este caso no se podrá decir que por criticar al gobernador o al presidente se cava la propia sepultura, eso, afortunadamente para ellos, ya fue realizado por algún otro cristiano.
Algunos mueren de pie y otros de rodillas, luchando o agachados, mientras que Santa Teresa moría porque vivía, y porque moría es que iba a vivir. Sea cual sea la elección subjetiva del lector, seguramente las causas objetivas de su pase a la división A serán similares a sus afines por género o edad y trabajo. El tema da para más, por ejemplo para la renuncia de algunos secretarios, la reforma legislativa o la insurrección popular, hoy debemos conformarnos con la edad y el género.
Que sabemos a priori (esto significa antes de entrar al análisis, como en la licitaciones públicas), los niños se mueren por problemas alrededor de su nacimiento (perinatales), las infecciones, la desnutrición y los accidentes. Los preescolares, casi mueren de las mismas razones, excepto que como ya nacieron no lo pueden hacer por afecciones perinatales. Revisando la estadística del INEGI encontramos la confirmación de este saber popular.
¿En las causas de muerte de los siguientes grupos de edad existe alguna confirmación de la crisis en que vivimos? Si, ya desde la edad escolar hay que agregar a las primeras 7 causas de muerte las agresiones y ¡las lesiones autoinflingidas! ¿será esta un indicador de lo mal que estamos?
Nos quedan 3 grupos de edad después de revisar a los infantes, los preescolares y los escolares. El grupo de adultos mayores muere sobre todo de enfermedades crónicas y degenerativas, de la bola, decía mi abuelita ¿De que bola? preguntaba uno, de la bola de años, contestaba ella. Poco nos dicen en este caso las estadísticas de las dificultades para los adultos mayores en sobrevivir en una edad en el que se carecen de ingresos o de oportunidades de trabajo, ni hablar de la pensión. Pero tampoco me parece que debemos hablar de los hombres y mujeres en edad productiva, los adultos, los cuales comienzan a morir de enfermedades crónicas y, para introducir el fondo de este comentario, de la violencia. Hombres y mujeres con responsabilidades, los adultos deben proseguir a veces sin que importe su persona, deben cumplir con sus familiares. El futuro es hoy.
El verdadero tamaño de la tragedia en este país se observa en los jóvenes. Las mujeres, por supuesto, en plena edad reproductiva mueren de complicaciones en el embarazo, además de la violencia. Si se duda de este clamor, observamos que la violencia es la principal causa de muerte entre los jóvenes hombres (el 60 por ciento del total, INEGI, Mujeres y Hombres en México, página 65) por accidentes, agresiones y lesiones autoinflingidas. En el caso de los hombres las muertes por agresión son 3 veces más altas que en las mujeres, y de las lesiones autoinflingidas estas lo son (1.5 veces).
Los muertos no acostumbran hablar mucho, y cuando lo hacen no son del todo confiables (Don Francisco I. Madero solía escucharlos, y está claro no le asesoraron bien), pero puestos todos a cantar a coro, sus voces nos golpean. Las lesiones autoinflingidas, la muerte por propia mano, ocurre principalmente entre los jóvenes. Sin trabajo, sin razón para ir a la escuela, viviendo en el conflicto familiar, que si hemos de creer al INEGI tiene como causa principal la económica, la crisis muestra su verdadero rostro: Los jóvenes no tienen futuro. Si ellos no lo tienen entonces existen dos posibilidades, o el país tampoco lo tiene, o este sistema debe llegar a su fin. Lo que México necesita es otra revolución, sin muertes, los jóvenes ya han pagado demasiado.
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