sábado, 7 de enero de 2012

Una ciudad escudo que no protege de nada. Quimeras vs. utopías

Desde hace 30 años, se le ha antojado a funcionarios y empresarios de dentro y fuera del estado de Hidalgo crear una ciudad de 2 millones de habitantes entre Pachuca y Tizayuca. Recientemente se planteó crear ésta otra vez a las afueras de la ciudad de Pachuca. Cuando se les preguntó, a los autores del proyecto, cómo resolverían el problema del agua para esta nueva ciudad, si se carece de la suficiente en la actual, afirmaron que si fuera por el agua ya no se construiría una sola casa más en esta región del estado.

Ése es el nivel con que se miden los problemas de planeación en el estado y ahora tenemos dos tendencias que se refuerzan. Estas tendencias son: 1) el crecimiento debido a la migración y el crecimiento natural de la población, y 2) el crecimiento inducido por la especulación inmobiliaria.

El primero es debido a los migrantes de la Zona Metropolitana de la ciudad de México, del interior del estado y de aquellos que viven ya en la ciudad y desean crear una familia nueva. La segunda de estas tendencias debería de estar dirigida a satisfacer la demanda de la primera, pero su objetivo principal es la venta de vivienda, y se dan los casos en que se ofrece como crédito a personas que deciden aplicarlo en Pachuca (aunque sea Mineral de la Reforma u otro municipio de esta región). Existen casos en los que chiapanecos han venido a visitar su casa, porque no pueden habitarla, y así, lo que creían un beneficio se convierte en un problema. Cualquiera que sea el porcentaje que se escoja, 35, 40 o 60 por ciento, la desocupación es un problema importante en numerosos fraccionamientos.

Actualmente, sin planeación, sólo existen proyectos de negocios, ambas tendencias avanzan, 9,000 casas o 20,000 casas, cifras que se mencionan en la prensa cual si esos datos no significaran 40,000 o 80,000 nuevos habitantes para los cuales no se ha planeado, trabajo, esparcimiento, educación o salud. Por otro lado, otro número de casas, tal vez similar, se ofrece en coches estacionados, mercados, casas, como anuncios en el terreno y nadie aclara como se van a construir los servicios, dotar de agua o satisfacer el empleo de esa población.

El Estado de México pasó por esta encrucijada a finales de los años cincuentas, se pensaba que se podía construir lo que fuera, sin restricciones ecológicas y sin planeación. Hoy, el resultado en Nuevo Chalco, Neza o Ecatepec es una amarga realidad en la que la inversión durante años para remediar sus problemas no ha bastado. Lo que no se planee hoy costará muchas veces más corregir en el futuro.
Por ello, es preciso que no se planeen sólo zonas, sino también conceptos arquitectónicos y urbanísticos. Una buena parte de los constructores también viven en esta región y deben de tener interés de no crear un monstruo insufrible para todos. Los funcionarios, que a veces combinan su función pública con la de empresarios, también deberían de tener estas inquietudes.

Cuando se discutió el asunto de la Ciudad Escudo, participé en la mesa, lo rebatí y los asistentes nos dieron con su voto la razón; los autores, enojados, mencionaron que no era cosa de pensar en utopías. La utopía y la pesadilla son sueños, en un caso de una sociedad mejor y en el otro un mal sueño. Para mejorar debemos soñar y pensar en lo bueno; lo malo, como esta pesadilla, llega solo y no se requiere casi ninguna imaginación, y quienes la promueven concientemente, sabiendo que está mal, deberían de despertar; eventualmente todos pagaremos con angustia y desosiego el costo de sus malos sueños.

Desde el Congreso Federal, no basta con asignar más recursos a la Zona Metropolitana, se debe de reorientar el crecimiento.






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