Cuando el Tribunal Federal declaró ganador a Enrique Peña Nieto, en Hidalgo, “un funcionario federal en cada hijo te dió.” Las notas con el recuento de los hidalguenses en el equipo de transición, su biografía, expectativas y posibilidades reales o imaginarias de pertenecer al gabinete de Peña se multiplican tanto como desaparecen las críticas, escasas siempre, ahora prácticamente nulas y relegadas a las páginas de algunos blogs, comentarios de los lectores de las notas periodísticas en internet, paginas de facebook y mensajes de twitter.
Por eso es importante rescatar algunas opiniones del gobernador y de su antecesor. El primero ha dicho que existe paz en el estado, y el segundo afirmó que no existe prisa por reunirse con los gobernadores de los estados provenientes del PRD.
Ambas declaraciones de menos deben ser calificadas de inoportunas.
No existe paz en el estado ni en el país; los problemas se suceden en las comunidades, la delincuencia aqueja a las ciudades y el bolsillo se encuentra vacío. Los muertos en la guerra contra el narcotráfico son algunos de los derrotados en esa otra guerra, la de la pobreza, que no parece tener fin, es más antigua que la primera y cuyo curso se decide por los mismos.
El malestar es generalizado, y la peor receta es poner todo a favor de los que tienen de todo y les importa poco o nada el resto de la sociedad: los grandes empresarios que pagan menos impuestos que el obrero más pobre de este país.
A ellos se puede rescatar con el FOBAPROA, a los trabajadores no, estos últimos que se amuelen, que se mueran, son descartables y desde su pulpito los nuevos empresarios hablan de la falta de trabajo del obrero mexicano que trabaja muchas horas, con gran intensidad y la mayor parte de ellos sin seguridad social. Salidos de escuelas y universidades privadas, viven en un gueto separado de lo bueno, lo malo, lo vivo y los muertos del resto de la sociedad. Por eso son tan insensibles e ignorantes.
El PRI abandona buena parte de su herencia de la Revolución y su compromiso con el estado laico y pone el gobierno al servicio de algunos empresarios, pequeños en escala aunque iguales en ambiciones que los beneficiados por el gobierno federal panista, reflejo pequeño, como pequeñas son las miras de estos empresarios locales y de aquellos nacionales.
La tradición que si debería de abandonar el PRI es la autoritaria, por eso no son oportunas las declaraciones de Miguel Osorio Chong. El país no está para mayor cerrazón. Las luchas guerrilleras, obreras y campesinas abrieron el sistema político nacional cuando el PRI comprendió que lo contrario conduciria al país y a ese grupo político al despeñadero.
Los gobernadores no están para presumir, sin distingo de su origen partidario, pero el hecho que el encargado de la concertación por el gobierno entrante declarara que no existe prisa en reunirse con los que pertenencen al partido que vivió de cerca las tropelias cometidas en la elección, eso si es preocupante, sobre todo cuando ese grupo de gobernadores más bien se han mostrado tibios, renuentes a combatir el resultado electoral, acomodados, que prefieren esperar y algunos de ellos son cuestionados en sus estados.
Al final, será más importante comprender que el camino trazado por los grandes empresarios no es transitable para la sociedad mexicana. Que la paz no es paz sin justicia social, y que existe mucha prisa porque se atienda a los estudiantes, a los obreros, a los campesinos y se escucha menos a los que ya lo tienen todo y quieren más. Tarde que temprano esa será la lección. Que sea temprano.
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