Mené, Mené, Tequel, Perés: Has sido medido, has sido pesado y encontrado falto… y tu reino será roto y dado a tus enemigos. Esta es la interpretación del profeta Daniel de esta frase, en caldeo, aparentemente caldeo antiguo, y el caldeo ya era bastante antiguo para la época de Daniel, de la cual nadie sabía su significado y debieron llamar al profeta; frase aparecida a los ojos de Baltasar, rey de Babilonia, en medio de una francachela con 1000 afiliados a su partido. El mismo día de la profecía Baltasar pierde el reino que había sumido, según la mayor parte de las interpretaciones, en la mediocridad y el abuso.
Los empresarios más poderosos han impuestos sus intereses, de origen o aspiraciones porfiristas, o incluso de familias oligarcas de tanto tiempo atrás cuya “modernidad”, mostrada en las páginas de sociales, no impide huela fuerte y lejos su descomposición, fueron apoyados decididamente por El Cachorro de la Revolución, Miguel Alemán. Antes habían estado molestos, pero a partir de Echeverría se confrontaron con las políticas económicas y sociales de los presidentes hasta que terminaron por imponerse y, ahora, por derrotar gran parte de lo que quedaba del estado de bienestar y las conquistas de la Revolución.
En el proceso, estos empresarios, en plena hipertrofia, no sólo combatieron las políticas sociales del gobierno, sino que, sin ser contradictorio con su lucha contra el propio gobierno, apoyaron las acciones autoritarias del mismo: el 68, 1994, Excélsior, el 88, el 2000, 2006 y el 2012. Han violado la ley e influido con su dinero en las elecciones, pero no han logrado una sociedad en Paz. ¿Cómo puede haberla con todas las injusticias producto de su voracidad? Así, el viejo adagio, de que los empresarios son los peores defensores de sus propios intereses, se cumple a la perfección en el México que han construido sobre los intereses de la mayoría, millones de pobres y cientos de miles de muertos y miles de desaparecidos.
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