miércoles, 28 de marzo de 2018
viernes, 23 de marzo de 2018
Las bases, a distancia.
Acostumbrados a decidir sin democracia: en cochupos y violando el estatuto; desde el nacional sobre el estatal, desde el estatal sobre lo municipal; imponiendo a candidatos del PRI que aterrizaron impunemente durante décadas en el PRD, los actuales dirigentes de este partido se quejan cuando, priístas ¡y panistas!, se suman a la campaña de López Obrador. Algunos tan impresentables hoy como cuando los presentaban como sus candidatos o llegaban a acuerdos con el PRI, PAN, PRD o MC. Ahora que la dirigencia del PRD no puede vender la derrota del candidato de la izquierda, ha decidido apoyar al candidato de la derecha y lo atacan por prácticas similares a las que alentaron durante años.
En el PRD algunos de los rencores que afloran se explican por la misma campaña, muy pocos se justifican, y el poco entusiasmo no ha impedido que ahora algunos que se encontraban en la izquierda no sólo apoyen al candidato, sino que adopten los elementos más trasnochados de la derecha, como su odio a Juárez, presente ampliamente en las redes sociales y el cual ha revivido el PAN porque el Benemérito es una referencia permanente de López Obrador.
Aun cuando la mayor parte de los que transitaron por ese partido reprueban el camino que ha seguido, la causa de lo comentado está en la falta de orientación y presencia de la dirigencia del PRD con sus bases, su falta de claridad y compromiso con su propia decisión ha permitido convertir en propagandistas de la derecha a sus propios cuadros (no tanto a sus militantes), los cuales han adoptado las formas comunes a los antijuaristas: odio, falsedad y retórica alejada de la Historia.
El alejamiento de las bases es una constante que a los del PRI los hizo sostener un proyecto contrario a los intereses de su gente, mientras dirigentes y bases del PAN fueron rebasados por la derecha por el gobierno del PRI y su dirigencia ha sido incapaz de definir un proyecto distinto al de Peña, el cual ha sido más radical que ellos en lo económico.
En Morena existe alejamiento de las bases, lo cual repercute en su capacitación y organización, y al sostener un candidato propio no se han derechizado, pero sus propuestas si se han diluido, lo cual sólo se justifica si, primero, se gana, y, segundo, si el resultado es mejor.
Por eso, aunque los partidos no deciden la elección, se esperaba orientaran a los ciudadanos, pero en mayor o en menor medida no lo han realizado y su debilidad es un factor más que abona a la polaridad y la volatilidad. Sin embargo, los conflictos se han presentado en los medios pero no han llegado a las calles (al menos todavía no, aunque parece que el equipo de Anaya es a lo que apuesta), y eso es porque existe la percepción de que el hartazgo ha hecho que un porcentaje significativo de los electores ya decidieran por quien votar.
En el PRD algunos de los rencores que afloran se explican por la misma campaña, muy pocos se justifican, y el poco entusiasmo no ha impedido que ahora algunos que se encontraban en la izquierda no sólo apoyen al candidato, sino que adopten los elementos más trasnochados de la derecha, como su odio a Juárez, presente ampliamente en las redes sociales y el cual ha revivido el PAN porque el Benemérito es una referencia permanente de López Obrador.
Aun cuando la mayor parte de los que transitaron por ese partido reprueban el camino que ha seguido, la causa de lo comentado está en la falta de orientación y presencia de la dirigencia del PRD con sus bases, su falta de claridad y compromiso con su propia decisión ha permitido convertir en propagandistas de la derecha a sus propios cuadros (no tanto a sus militantes), los cuales han adoptado las formas comunes a los antijuaristas: odio, falsedad y retórica alejada de la Historia.
El alejamiento de las bases es una constante que a los del PRI los hizo sostener un proyecto contrario a los intereses de su gente, mientras dirigentes y bases del PAN fueron rebasados por la derecha por el gobierno del PRI y su dirigencia ha sido incapaz de definir un proyecto distinto al de Peña, el cual ha sido más radical que ellos en lo económico.
En Morena existe alejamiento de las bases, lo cual repercute en su capacitación y organización, y al sostener un candidato propio no se han derechizado, pero sus propuestas si se han diluido, lo cual sólo se justifica si, primero, se gana, y, segundo, si el resultado es mejor.
Por eso, aunque los partidos no deciden la elección, se esperaba orientaran a los ciudadanos, pero en mayor o en menor medida no lo han realizado y su debilidad es un factor más que abona a la polaridad y la volatilidad. Sin embargo, los conflictos se han presentado en los medios pero no han llegado a las calles (al menos todavía no, aunque parece que el equipo de Anaya es a lo que apuesta), y eso es porque existe la percepción de que el hartazgo ha hecho que un porcentaje significativo de los electores ya decidieran por quien votar.
martes, 6 de marzo de 2018
Los Juntos, Los Revueltos y Los Mismos (III de III).
Las alianzas son para sumar, pero algunas sólo pueden restar. Las alianzas se hacen con grupos distintos, y se buscan entre los más parecidos primero, pero entre más difícil es la contienda más distintos serán. Esto es correcto siempre y cuando el objetivo final valga la pena y no se pierda. Entonces se debe de buscar que verdaderamente sumen, y se necesita ceder en el proceso, pero la decisión debe ser responsable, en este caso el objetivo final debe contemplar la democratización de las instituciones controlados por los cacicazgos.
Las alianzas son nacionales, pero las consecuencias son locales, y si se sostiene lo nacional no tiene nada de mezquino que también se luche por lo local, lo primero no existe sin la suma de todos los segundos.
En el caso de Hidalgo las alianzas de Morena con cuatro grupos han sido cuestionadas: con Napoleón Gómez Urrutia, con el SNTE, con Chárrez (aunque está si es una alianza imaginaria, siempre han obedecido a otros patrones e intereses) y con Gerardo Sosa Castelán. Todos son productos del PRI y alimentados en algún momento por el PAN, el cual los sumó no para cambiar, sino para profundizar la desigualdad del país.
En Pachuca Napoleón Gómez Urrutia evoca a Napoleón Gómez Sada, su padre, al que se enfrentaron en Pachuca los trabajadores de Liberación Minera, movimiento destruido por el gobierno federal a través de Luis Manuel Willars Andrade, precandidato no hace mucho impulsado por la UFIC en el PRD y protegido por Sosa después de dirigir la Compañía Real del Monte y Pachuca. Willars no fue buen administrador en la compañía y tampoco lo fue en la Universidad y lo corrieron por esa razón.
A Gómez Urrutia lo persiguen porque ni los sindicatos charros son suficientemente dóciles para la codicia y dogmatismo de los grandes empresarios, como también les parecen disidentes sus antiguos socios los charros del SNTE. Estos están divididos en dos (siendo que son casi lo mismo), ahora unos son perseguidos por el gobierno mientras los otros son incapaces de sostenerse solos. Los noveles disidentes han hecho alianzas en algunas regiones y momentos con la CNTE y ahora apoyan a Morena.
Los Charrez son candidatos seriales. Han pasado por los partidos que integran el Frente, pero con el apoyo del PRI. Son propietarios de numerosas huestes, pero sus promotores han sido priistas, aun cuando aparezcan portando otros colores. El problema que tienen los charres es que, aunque sumen a sus huestes, terminaran por quitar votos en las urnas, no donde reparten despensas, pero si en el resto del estado donde están completamente desprestigiados. La insistencia de su relación con la delincuencia organizada es falsa: ellos son la delincuencia organizada.
Ese es el caso de la propuesta de sumar a Gerardo Sosa al carro de Morena, quien durante las pasadas elecciones municipales apoyó a dos candidatos en Pachuca sin que ganara ni uno de ellos. Julio Menchaca acerca ahora a Sosa y, si bien Menchaca no es igual que el otro, varios no se le sumaron en su campaña anterior por esa cercanía.
Sosa mantiene su fuerza al interior de la Universidad, pero sin consenso, depende del miedo y el autoritarismo, e incapaz de remontar su aislamiento afuera, a pesar de sus recursos, sus candidatos no han tenido éxito porque al identificar su origen no se les ve bien, y porque hacia adentro solo valen las decisiones jerárquicas, pero la movilización es vacía y sin compromiso: la comunidad es sometida al interior del reino y es medrosa fuera de él.
El presupuesto de las universidades públicas ha ido en aumento desde hace cuatro décadas e Hidalgo no es la excepción, pero mayor presupuesto no representa calidad en la enseñanza, investigación o la extensión universitaria, porque sin libertad esto no se consigue. Así, la insatisfacción en la universidad es una sopa de todos los días y la rotación de personal es alta. La universidad no es de él, pero la maneja como si así fuera. Cuando hablamos de autonomía hablamos de una sin dueños: la universidad el día de hoy no es autónoma y esto ya genero hartazgo. Si aparecieran más candidatos de Sosa en Morena, igual debería de apoyarse a López Obrador, para acabar con la fuente de las desigualdades, el autoritarismo y el mismo porrismo. Lo cual no significa que se deba de estar de acuerdo con este producto del PRI y el PAN ni con esa decisión. Esa alianza no traería más votos (tiene repartidos sus intereses en el Movimiento Ciudadano, el PAN y el PRD, al cual se acercó por ADN), sería un error.
Las alianzas son nacionales, pero las consecuencias son locales, y si se sostiene lo nacional no tiene nada de mezquino que también se luche por lo local, lo primero no existe sin la suma de todos los segundos.
En el caso de Hidalgo las alianzas de Morena con cuatro grupos han sido cuestionadas: con Napoleón Gómez Urrutia, con el SNTE, con Chárrez (aunque está si es una alianza imaginaria, siempre han obedecido a otros patrones e intereses) y con Gerardo Sosa Castelán. Todos son productos del PRI y alimentados en algún momento por el PAN, el cual los sumó no para cambiar, sino para profundizar la desigualdad del país.
En Pachuca Napoleón Gómez Urrutia evoca a Napoleón Gómez Sada, su padre, al que se enfrentaron en Pachuca los trabajadores de Liberación Minera, movimiento destruido por el gobierno federal a través de Luis Manuel Willars Andrade, precandidato no hace mucho impulsado por la UFIC en el PRD y protegido por Sosa después de dirigir la Compañía Real del Monte y Pachuca. Willars no fue buen administrador en la compañía y tampoco lo fue en la Universidad y lo corrieron por esa razón.
A Gómez Urrutia lo persiguen porque ni los sindicatos charros son suficientemente dóciles para la codicia y dogmatismo de los grandes empresarios, como también les parecen disidentes sus antiguos socios los charros del SNTE. Estos están divididos en dos (siendo que son casi lo mismo), ahora unos son perseguidos por el gobierno mientras los otros son incapaces de sostenerse solos. Los noveles disidentes han hecho alianzas en algunas regiones y momentos con la CNTE y ahora apoyan a Morena.
Los Charrez son candidatos seriales. Han pasado por los partidos que integran el Frente, pero con el apoyo del PRI. Son propietarios de numerosas huestes, pero sus promotores han sido priistas, aun cuando aparezcan portando otros colores. El problema que tienen los charres es que, aunque sumen a sus huestes, terminaran por quitar votos en las urnas, no donde reparten despensas, pero si en el resto del estado donde están completamente desprestigiados. La insistencia de su relación con la delincuencia organizada es falsa: ellos son la delincuencia organizada.
Ese es el caso de la propuesta de sumar a Gerardo Sosa al carro de Morena, quien durante las pasadas elecciones municipales apoyó a dos candidatos en Pachuca sin que ganara ni uno de ellos. Julio Menchaca acerca ahora a Sosa y, si bien Menchaca no es igual que el otro, varios no se le sumaron en su campaña anterior por esa cercanía.
Sosa mantiene su fuerza al interior de la Universidad, pero sin consenso, depende del miedo y el autoritarismo, e incapaz de remontar su aislamiento afuera, a pesar de sus recursos, sus candidatos no han tenido éxito porque al identificar su origen no se les ve bien, y porque hacia adentro solo valen las decisiones jerárquicas, pero la movilización es vacía y sin compromiso: la comunidad es sometida al interior del reino y es medrosa fuera de él.
El presupuesto de las universidades públicas ha ido en aumento desde hace cuatro décadas e Hidalgo no es la excepción, pero mayor presupuesto no representa calidad en la enseñanza, investigación o la extensión universitaria, porque sin libertad esto no se consigue. Así, la insatisfacción en la universidad es una sopa de todos los días y la rotación de personal es alta. La universidad no es de él, pero la maneja como si así fuera. Cuando hablamos de autonomía hablamos de una sin dueños: la universidad el día de hoy no es autónoma y esto ya genero hartazgo. Si aparecieran más candidatos de Sosa en Morena, igual debería de apoyarse a López Obrador, para acabar con la fuente de las desigualdades, el autoritarismo y el mismo porrismo. Lo cual no significa que se deba de estar de acuerdo con este producto del PRI y el PAN ni con esa decisión. Esa alianza no traería más votos (tiene repartidos sus intereses en el Movimiento Ciudadano, el PAN y el PRD, al cual se acercó por ADN), sería un error.
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