viernes, 23 de febrero de 2018

Los Juntos, Los Revueltos y Los Mismos (I de III).

Un sistema tan desigual como el mexicano crea sus demonios, los cuales pueden ser de lengua larga, cornamentas y cola retorcidas. Cuando se pretende destruir ese sistema corrupto se precisa de alianzas amplias, que incluyen algunos de los productos más acabados de ese sistema. La única justificación para hacerlas es que en efecto se va a destruir la fuente de los males y no sólo algunos de los actores que la integran. Así, la suma de estos actores es para que ya no se produzcan más como ellos. Quien quiera discutirlo en términos éticos tiene necesariamente que platearse si esas alianzas son necesarias para destruir la corrupción y si, al no hacerlas, la podredumbre continuará.

Es un asunto de decisión estratégica primero, para conseguir un objetivo, y táctica, con quienes y como va construyendo. La primera depende de cuanta fuerza es posible reunir, entre más competida sea la pelea más acuerdos se precisarán. En esto ni una fuerza está sola en México, todas reúnen las fuerzas que pueden. De lo segundo uno esperaría que estas asociaciones serán mejor entre menos malos sean los actores y entre más fuerza aporten a la contienda.

¿Qué debe hacer uno?

Primero, si está convencido de que es posible el cambió, apoyar a quien lo represente a pesar de las asociaciones que se van realizando. No es raro que quien más ataca a los actores cuestionables sean los miembros del mismo sistema que los crearon, taparon, apoyaron o fueron sus cómplices pero que ahora cuestionan por cambiar de bando.

Segundo. Comprender las críticas que hacen quienes han estado en contra de actores cuestionables, de quienes los han combatido. Estos son distintos de los que gastan millones de pesos para señalar a algunos de los muchos que abandonaron sus filas y, al contrario de quienes forman parte del sistema sus objeciones merecen respeto.

Tercero. No dejar de señalar que, si bien son necesarias las alianzas, se debe de mantener el objetivo, está si es una exigencia para quien encabeza, sobre todo si llega a ganar.

Cuarto. Cuando estos actores son negativos, se acepta el apoyo, se debe señalar la necesidad del apoyo, pero sin dejar de decir que representan lo contrario a lo que se busca. Esto tiene un doble objetivo, que estos actores y la opinión pública estén atentos y, por otro lado, hacer un contrapeso a la toma de estas decisiones de las dirigencias, que se perciba el conflicto para que se razone bien cuando son necesarias, sino, el abuso de esta práctica puede terminar por hacer estériles sus resultados.

Quinto. Cuando estas asociaciones no aportan a la acumulación de fuerzas es necesario señalarlo, porque haciendo el gasto, la pena será más grande si este es inútil por sus resultados.

Dicho esto, el proyecto de López Obrador es el único que se plantea el cambio justo de la sociedad. ¿Se matizarán algunas de sus propuestas? Es posible, pero el rumbo no ha cambiado radicalmente. En cambio, las otras opciones también matizan sus propuestas, pero partiendo de la derecha.

No apoyar el proyecto del cambio puede significar dar el voto a lo de siempre. Los que marchen juntos lo harán por un proyecto, los revueltos, que no tienen un objetivo, se sumarán en la coyuntura, y los mismos de siempre, esperan que todos se vean iguales para que todo siga igual.

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