sábado, 8 de agosto de 2015

Murió Víctor Ariel

“Víctor Ariel Bárcenas Delgado no forma parte de la Historia a pesar haber hecho historia; mientras uno está vivo, hasta el último de sus días, el presente no es más importante que el pasado. Pero la historia si explica lo que uno es hoy, y en esa, su historia, la de Víctor Ariel, se lee también la nuestra, la de la izquierda y sus conflictos y miserias.” Lo que antecede lo había escrito antes de que hoy nos enteramos de la muerte de Víctor. Ya pasó, y de lo que pensaba con optimismo, sólo queda un rastro de amargura.

Fue dirigente del movimiento magisterial en Morelos, movimiento que sacudió en buena parte del país el poder del sindicato charro del SNTE a principios de los años ochenta. El descontento fue sofocado con la infiltración, la represión, incluido el asesinato, y el aislamiento propiciado por los medios de comunicación y la complicidad de sectores, como el de los empresarios, que hoy denuestan a quienes apuntalaron en su momento: a los charros. El estado tuvo que ceder al reclamo de los derechos de los maestros sólo para convertirlos en privilegios de quienes los controlan. Los neoliberales no exhibieron ninguna de las banderas liberales, fueron complacientes con él autoritarismo con tal de destruir la lucha por democratizar al sindicato de maestros.

Blanco de la represión, Bárcenas fue torturado, amenazado y perdió su trabajo. Después de una década participó, a mediados de los noventa, en Tepoztlán, en el mismo estado de Morelos, contra uno de esos proyectos depredadores de la cultura y el medio ambiente que sólo pretenden enriquecer a unos cuantos, para convertir a quienes viven en las comunidades en empleados mal pagados de los nuevos administradores de su antiguo patrimonio, sin desarrollar o proteger la cultura y el medio ambiente. Esa fue la lucha contra el campo de golf de la cual fue una figura destacable.

Sin espacio, sin trabajo, pero con capacidad para desarrollarse a penas se le diera una oportunidad, tuvo un brillante desempeño como funcionario público en la Dirección de Educación Ambiental y en Educación en Derechos Humanos de la SEP en San Luis Potosí, en la cual organizó el programa Guardianes de la tierra entre profesores y alumnos de educación básica y media. En su actividad política ha estado preocupado por el aspecto pedagógico, como funcionario mantuvo la misma preocupación e impulso la edición de audios y publicaciones, entre las cuales se recuerda bien la distribución masiva de La Zanahoria, de Frans Limpens.
En esta misma línea se desesperaba de que el movimiento magisterial no discutiera una reforma pedagógica con la cual enfrentar la reforma laboral del gobierno de Peña Nieto.

Su voz se escuchaba, a veces con amargura, las más de las veces con gran entusiasmo, cuando conversaba sobre los temas de su interés como la educación, la ecología, la participación ciudadana y los derechos humanos.

Para tener noción de algo es necesario saber que es tanto como lo que no es, en este caso, ese algo es Graco. En el estado de Morelos Graco Ramírez Garrido Abreu es gobernador. Por su apellido se reconocen sus orígenes tabasqueños, tal vez menos conocido es que su padre fue miembro del escuadrón 201 mientras que él participo en el 68 y en el Comité Nacional de Auscultación encabezado por Heberto Castillo, de donde sale y comienza su etapa formativa al lado del mentor de todos los jesuses: Rafael Aguilar Talamantes. Sus antecedentes familiares no valieron. Incrustarse, para venderse, esa fue la enseñanza que los condujo a formar el PST y luego, a algunos de ellos, la conducta que los inspiro al incorporarse al PMS y al PRD donde prosperaron hasta quedarse con el partido, acabando con el negocio, porque ellos no pueden venderse solos.
Diputado en varias ocasiones, senador y ahora gobernador, pertenece al grupo que decide por encima de la militancia lo que se hace en el PRD: candidaturas, presupuestos y línea política. Por eso no fue tanto él como el hartazgo lo que condujo a los morelenses a votar otra opción distinta al PRI y hacerlo gobernador. No parecen haberse satisfecho sus expectativas, sin embargo ahora se destapa como precandidato presidencial, a sabiendas que la propuesta no es seria, es sólo para negociar.

El problema está en que todos los cargos, sueldos y salarios no avalan más su posición política. El contraste no puede ser mayor con un activista de siempre que en Morelos sufrió la represión y careció hoy de lo esencial.

Ignacio Suarez Huape, quien denunció en su momento las ligas del narcotráfico con políticos locales y que ha muerto recientemente en un accidente automovilístico, en unión con otros intelectuales y activistas de Morelos pugnaron, al inició de la nueva administración de Graco, por la reivindicación de Víctor Ariel y la reparación del daño que sufrió durante la represión. A un partido de izquierda le correspondía hacer esto realidad.

Por un momento parecía posible. Se votó en el Congreso una indemnización “justa y suficiente” y su reincorporación a la SEP para que pudiera jubilarse. Pero el asunto se complicó porque, no existiendo procesos o antecedentes de como resarcir a las víctimas, los burócratas fueron incapaces de cumplir lo que votó el congreso. El espacio reservado para reincorporarlo lo asignó un funcionario a otra gente. Algo se le dio de indemnización, a regañadientes, y no se jubiló, pues no se le reincorporó, por lo cual el activista no contó con la seguridad social para atender su salud. La crueldad no es un lujo, se distribuye generosamente en todo el territorio nacional.

Lamento no nos hayamos despedido, otro día será.

1 comentario:

  1. A un año de su fallecimiento, lo recordaremos en Tepoztlán, en el mes de septiembre, de este 2016. Te avisaremos. "Abrazo de oso".
    Francisco Alday

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